“A
través
de
los
signos
escritos,
una
partitura
vibra,
respira,
afirma,
duda,
espera
–
es
un
lenguaje
que
vive
y
ha
sido
escrito
por
la
mano
de
un
hombre…
El
que
se
sirve
de
una
partitura
en
lugar
de
servirla,
corta
el
chorro
del
manantial
y
no
transmite
más
que su propia persona a través de un texto traicionado en su misma esencia”.
“Enfermedad
de
la
velocidad
generada
por
una
técnica
omnipresente
agota
toda
posibilidad
de
expresión
y
oculta
a
menudo
un
vacío interior”.
Monique Deschaussés, “El intérprete y la música”
“Silencios
–
sepamos
descubrirlos,
escucharlos.
Son
a
veces
más
expresivos
que
las
notas.
¿Respiración?
¿Pregunta?
¿Espera?.
Las
pausas
son
a
menudo
suplementos
de
una
emoción
y
no
una
simple
parada.
Los
silencios
en
el
tiempo
son
activos:
sepamos
darles todo el valor expresivo que comportan”.
“El texto debe ser sagrado – nosotros tenemos servir, respetar… No suplantar la sensibilidad del autor por la suya propia”.
Monique Deschaussés, “El pianista – técnica y metafísica”
“El
buen
ejecutante
se
atiene
en
todo
momento
con
máxima
fidelidad
a
los
dictados
de
la
partitura,
pero
lo
hace
con
soberanía,
obedeciendo
a
su
interna
musicalidad,
de
la
cual
la
partitura
es
un
elemento
mediador,
llamado
a
ser
superado.
Al
dominar
los
medios expresivos, el ejecutante tiene libertad frente a ellos y, sin embargo, les es totalmente fiel.
Para
el
auténtico
ejecutante,
la
partitura
no
es
velo
que
separa,
sino
vehículo
que
lo
une
a
la
obra
con
la
más
intensa
de
las
presencias”
Alfonso López Quintás, “Estética de la creatividad”